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Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza. Columna: Cortocircuitos. 31/08/2020
El 26 de agosto, un post de Laura Marisol Camacho Sagastegui, se volvió viral:
Pido a la SEP cancele el ciclo escolar hasta que podamos regresar de forma presencial. Es muy duro cargar con todo el trabajo el cual hago con mucho gusto.
Pero cargar con las situación en la que viven mis alumnos es demasiado.
Veo cómo hacen el esfuerzo en estos días, estan animados. Pero se me rompe el corazón al leer:
-Maestra me voy a quedar sin datos, cuando pueda poner una recarga le mando las tareas.
-Maestra fui hacer unos trabajitos y con lo que gane puse una recarga por eso no había podido contestar.
-Maestra trabajo hasta tarde, disculpe la hora pero acabamos de terminar.
Creo ya es demasiado estrés el que estamos viviendo, ahora hay que agregar que no tenemos el mismo acceso a las tecnologías.
Literal, ahorita rompí en llanto, siempre como maestra te preocupas por tus alumnos, y sabes que por más que te duela no puedes cambiar la situación. Pero podíamos consolar, dar una sonrisa, un abrazo, compartir nuestro lonche. Llevar las copias aunque fuera de nuestro dinero, llevar nuestra laptop para poner algún video educativo. Y ahora en la distancia todo se complica y las desigualdades salen a relucir mucho más.
Laura es una maestra de primaria de Sabinas Hidalgo, Nuevo León. Subió su mensaje a las 23:30 horas. Su estado en facebook decía: quebrantada.
El post ha sido reproducido decenas de miles de veces, recogido en periódicos y sitios de internet. Ahora es difícil encontrarlo en su versión original, pero hay muchas capturas de pantalla.
Los comentarios recibidos merecen una atención especial. Hay que analizarlos con detalle; lo dejaremos para un próximo artículo, por ahora nos detendremos en este notable ejercicio docente. Una muestra de los senti-pensamientos magisteriales situados.
Se trata de un diagnóstico, de una movilización de sentimientos y pensamientos que lleva a una propuesta, a partir de una situación concreta.
Laura Marisol no escribe desde una posición ideológica, ni gremial, sino como maestra en Sabinas Hidalgo; una pequeña localidad de poco más de 40 mil habitantes al norte de Nuevo León, a más de 100 kilómetros de Monterrey.
Habla desde su experiencia, no desde discursos globales, ni con argumentos de autoridad, ni con citas bibliográficas: habla como educadora.
Esta es una cuestión central: escribe desde el mundo de vida, no desde el sistema; desde su práctica docente, no desde las órdenes de nadie, ni desde los requerimientos burocráticos, ni desde el sindicato; sino de su realidad inmediata: de su práctica docente, de las condiciones en que se desempeña, de los problemas de sus alumnos, de lo que intentan y hacen para solucionarlos, de los efectos pedagógicos que eso tiene, de las emociones que despiertan, de su compromiso, de lo que generan, de lo que producen en el cuerpo y en el alma. A partir de eso, elabora una prognosis y hace una propuesta.
La maestra procede con método: en una situación particular, elabora el diagnóstico, advierte tendencias y hace una propuesta. No se puede discutir su consistencia; más aún: las referencias son devastadoras.[1]
Esa es una de sus aportaciones más importantes: la movilización sentimental que lleva a la reflexión y a la proposición. Un caso ejemplar de proceder decolonial: los sentipensamientos, las emociones que promueven el estudio y la acción, en un bloque de secuencias no lineales, pero si motivadas.
Si el método es importante, no lo es menos la de-velación que realiza, algo que no es una novedad, ciertamente, pero si una condición inescapable en la que se realizan las interacciones educativas. Así lo dice: “Y ahora en la distancia todo se complica y las desigualdades salen a relucir mucho más”. En otras palabras: las desigualdades se vuelven un obstáculo adicional en la pandemia, y además las agudiza: algo así como un bucle de la inequidad.
Además -y esto no es intencional- revela la disociación entre las clases por televisión, que en la presentación oficial de Aprende en Casa 2.0 eran la estrategia central, y las prácticas docentes reales, donde las maestras toman la iniciativa, transforman sus hogares en salones de clase, buscan a sus alumnos, acuerdan con las madres de familia, hacen sus planeaciones didácticas, encargan tareas, atienden dudas, entregan libros, suben videos, etc., etc. Por cierto, recomendamos que vean el video del profesor de educación física que se ha vuelto viral también.
Mientras que Aprende en casa 2.0 parecía la estrategia más democrática para iniciar el ciclo a distancia, lo que revela la experiencia de la maestra Laura (y estamos absolutamente segurxs de que su caso no es el único), es que el ciclo escolar real transita por otro camina o, el mismo del Aprende en Casa 1.0, que reveló las desigualdades manifiestas, la precarización y sobreexplotación laboral; que se mueve dificultosamente, incluso penosamente, entre las exigencias de la SEP y las de los padres de familia, entre las órdenes de Esteban, las convicciones docentes y las demandas por continuar el ciclo escolar, mientras las niñas, niños y jóvenes, al igual que los y las maestras, se ven sometidas a presiones cada vez más difícil de manejar.
Quisiéramos agregar algo más: lo que la magisteria inició la semana pasada, con entusiasmo y recursos propios, con compromiso y órdenes tan diversas como contradictorias, en medio de un mar de desigualdades, pobreza y desesperación, fue una rebelión pedagógica que, sin embargo, muy rápidamente está mostrando sus límites desde su práctica inmediata, desde la reedición de las dificultades observadas en los meses anteriores, que no se tomaron en cuenta para el inicio de este ciclo escolar; y cuando lo hicieron y se propuso las clases por televisión, la misma magisteria, académicas e investigadores señalaron que esa era una estrategia anti-pedagógica, que no resolvía los problemas, que confundía educación con información, entre tantas otras cosas. En estas condiciones se vuelve viral el post de la maestra Laura.
Lo que tenemos a la vista es la configuración de un amasijo de tensiones:
- Por una parte, la estrategia basada en las clases por televisión del Aprende en casa 2.0 anunciada como la principal.
- Luego, ante las críticas, Esteban Moctezuma Barragán aceptó que las clases por televisión eran uno más de los apoyos en el ciclo escolar;
- Por su cuenta, pero también comandadas por directivos escolares, las maestras establecieron relaciones directas con sus alumnsxs, entregaron libros, elaboraron materiales, subieron videos, armaron grupos de whatsapp para enviar información, proponer actividades y pedir tareas.
- Lxs alumnxs toman clases por televisión -en este momento están en las tres semanas de repaso todavía-; atienden las clases de sus maestras, hacen tareas, reparten sus trabajos en casa, dividen el uso de la telvisión, del celular o de la computadora; también del tiempo y espacio físico, a menudo muy reducido.
- Las madres establecen relaciones con las maestras de sus hijas e hijos, salen a trabajar o lo hacen desde casa, hacen rendir el ingreso familiar, lo administran y reparten. También se desesperan ante los requerimientos de una educación que se supone es gratuita pero en la que ahora tienen que gastar, buscar dónde conectarse a internet, comprar datos, hacer de comer, llevar la casa, conseguir dinero, atender enfermedades, etc….
El mensaje de la maestra Laura es acerca de estas tensiones, las manifiesta en los mensajes de sus alumnxs, y va más allá, elabora implícitamente un pronóstico de las posibles consecuencias: aumento de desigualdades, sobrecargas emocionales, exigencias desmedidas, dificultades pedagógicas. A partir de ello hace una propuesta en forma de solicitud: cancelar el ciclo escolar hasta que se pueda regresar a las clases presenciales.
Esas son las razones de la propuesta de la maestra Laura: en estas condiciones, las reales, las de niños y niñas y jóvenes que no cuentan con los recursos materiales para sostener la relación educativa a distancia, y quienes si lo tienen son limitados, sería mejor cancelar el ciclo escolar y reiniciarlo cuando sea posible regresar a las clases presenciales; de otro modo, el estrés, el malestar estudiantil y docente, las presiones familiares, las desigualdades aumentarán hasta generar una presión inmanejable, cuyas derivas todavía no se pueden estimar, pero están ahí: hartazgo, abandono, irritación, precarización, enfermedades…Hasta intentos de suicidio han habido ya.
Ante este sombrío panorama, volvemos a preguntarnos: ¿qué sucedería, en realidad, si se prorroga el ciclo escolar? ¿El fin del mundo? ¿La condena“a toda una generación de educandos a perder el año lectivo”, como dijo en un desafortunado editorial La Jornada?
¿Desde cuándo prorrogar un ciclo escolar equivale a cancelar y condenar a la pérdida de un año lectivo? ¿En qué parte, el análisis devino retórica para justificar el proceder gubernamental y desvalorizar las experiencias de maestras, alumnas y madres de familia? ¿Por qué las acciones estatales ponen por delante los intereses del sistema y no la educación de las niñas? ¿Por qué se desprecian los diagnósticos situados, como el de la maestra, y en su lugar se opta por abstracciones y argucias discursivas, o peor, olvidos interesados?
Sabemos muy bien que el post de la maestra se explica por sí mismo; a nosotrxs nos ha hecho pensar mucho, es una muestra de la calidad de un texto: sin duda alguna, genera reflexiones, en este caso, a través de emociones y sentimientos.
Gracias maestra Laura Marisol, muchas gracias.
Desde luego, este es solo un caso, uno que se volvió viral; hay muchos otros que están ahí, se conocen poco, pero existen, muchas experiencias que no han sido recogidas; es imprescindible hacerlo: conocerlas, reconocerlas, estudiarlas, conectarlas. Ese debía ser el trabajo de funcionarios y académicos genuinamente interesados en un proceso de transformación educativa; ese es el material básico para un diagnóstico de la educación en tiempos de la pandemia. Por desgracia no se tomaron en cuenta, se invisibilizaron en las encuestas a modo, o quedaron en simples anécdotas, víctimas de la violencia episémica de los funcionarios de la SEP y de sus cómplices de la academia.
Mientras tanto, la pandemia sigue, el SARS-CoV- estará con nosotrxs un largo tiempo, las maestras, lxs niñxs y jóvenes acumulan estrés, las familias han visto reducidos sus ingresos o se han quedado sin ellos; también han tenido que lidiar con el cuidado de los enfermos y con las pérdidas de sus seres queridos. Y ahora la educación ya no es gratuita -si alguna vez lo fue-, pues hay que pagar para conectarse, conseguir datos, gastar en electricidad, en comprar teléfonos, computadoras, o buscar la señal en las calles, en los parques, con los vecinos, o buscar trabajitos para conseguir dinero, ponerle tiempo aire al celular, buscar como hacerle…o abandonar, o postergar, hasta el año que viene, o cuando se pueda.
La realidad descrita por la maestra Laura es la que enfrentamos muchxs de nosotrxs en nuestras clases, todos los días… Como para convencernos de lo contrario, nos siguen diciendo que no había de otra. Muchas maestras y maestros así lo creen, están convencidos de ello, quizá porque continúan pensando en la pandemia como un evento desafortunado, una mera contingencia, un estado de emergencia que pasará, como una tormenta a la que le sucederá la calma, y entonces volveremos a nuestra vida de antes, a nuestras rutinas de antes, a las escuelas y la gramática escolar de siempre.
Nosotrxs reiteramos: ¡Sí!, ¡sí había, sí hay de otra! Ahí está la propuesta que lanza la maestra Laura: postergar el ciclo escolar. Sería preferible dedicar estos meses antes de que el ansiado semáforo verde llegue, a trabajar en la comprensión de este acontecimiento llamado pandemia, que ha venido a descolocarnos y a alterarlo todo.
Frente a nosotros está la oportunidad de darle un giro a la mala educación que tenemos y nos vienen imponiendo desde hace tiempo: pragmática, utilitaria, empobrecida, insustancial, carente de sentido.
Para decirlo claro y breve: si lo que estamos enfrentado es un acontecimiento como nunca antes experimentó la humanidad entera, entonces enfoquemos nuestros esfuerzos en la construcción de una Pedagogía del Acontecimiento como posibilidad para trazar y transitar por un camino aún inexistente, pero distinto al que nos han presentado como el único posible.
Pero esta es otra historia a la que dedicaremos otras líneas muy pronto, mañana, tal vez….
[1] A menos que alguien se atreva a decir que son inventadas; lo que sería una actitud dolosa, cuando muchísimas lectoras podrían confirmarlas y ampliarlas.
